Nº 35 EL DEPENDENCIAL

 

SUMARIO

•    Pág.  3                                EDITORIAL

•    Pág.  4                             INVESTIGACIÓN

•    Pág.  9                                SIN CENSURA   

•    Pág. 14                          CUENTACUENTOS  

•   Pág. 22                                        CIENCIA  

• Pág. 31                            LA ENTREVISTA

•    Pág. 48                            GASTRONOMÍA                  

•    Pág. 50                     EL RINCÓN DEL GOLOSO

•    Pág. 52                          PERSONAJES DE ADICCIÓN

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Vida y Muerte

Cuando no somos capaces de ver más allá de las cosas, nos hacemos vulgares, personas simples de sentimientos simples. 

Hay cosas que aprendemos pero no prestamos atención a lo que verdaderamente aprendemos, las tomamos como lecciones de Historia, lecciones de álgebra que al poco de aprenderlas las olvidamos, solo usamos el aprendizaje para superar el objetivo inmediato, a partir de ahí se olvida. ¿De qué sirven meses, incluso años de recuperación si solo nos esforzamos para pasar de curso, para aprobar selectividad? Aquel que no interioriza su realidad está predestinado al fracaso.  

El adicto, la adicción, es una filosofía de vida que nada ni nadie te puede modificar. Somos lo que somos y no podemos cambiarlo, somos lo que somos y debemos de estar agradecidos de ser lo que somos. 

Agradecidos de saber disfrutar de un paisaje, de la amistad, de un paseo en soledad, de una conversación con amigos, de saborear las páginas de un buen libro, de valorar también un mal libro, pensar en el tiempo dedicado a escribirlo y la buena intención del escritor por atreverse a publicarlo sabiendo incluso que no es un buen libro. ¿Alguna vez te has parado a ver el trajín de las hormigas? Es algo espectacular, puedes pasar horas y no te cansarás de ver su incansable trabajo. 

Solo aquel que aprende a comunicarse con el mundo, es sabedor del secreto de la vida, tanto animales como cosas, todo tiene un sentido, solo hay que mirar más allá de las cosas y verlas como parte de tu vida, algo tuyo, todo, absolutamente todo es tuyo, el mar, la montaña, las nubes, el cielo, el río, las piedras del río, la lluvia, la nieve, la niebla…  la vida,  y la muerte. 

amc.

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INVESTIGACIÓN

HABLEMOS DE ADICCIONES

AMC

Brolamfetamina 

la 'droga del miedo'

Un resumen de las características de la brolamfetamina 

y de sus efectos en el cerebro.

La presentación, estética o apariencia de un producto, una persona, un objeto (entre otros), evidentemente causa una impresión y efecto en la percepción de cada individuo. Muy bien lo saben quienes se dedican al marketing, lo cual no queda fuera del mercado de las drogas.

En particular, la brolamfetamina es una sustancia fabricada para ser consumida vía oral en diferentes formatos: cápsulas, pastillas y “gomitas azucaradas” principalmente. Esa forma de incorporar la sustancia al organismo es una de las más familiares para cualquier persona porque, todos a lo largo de la vida, hemos comido un caramelo, tomado un medicamento con fines terapéuticos, o simplemente nos alimentamos, por lo que la presentación sí es influyente en una mayor probabilidad de que la sustancia sea experimentada en una primera oportunidad; sin embargo, no en la persistencia del consumo y una posible adicción.

Son más y diversos factores los que deben conjugarse para constituir un consumo problemático de sustancias psicoactivas y/o adicción, las que podremos revisar en un próximo artículo, distinguiendo elementos y conceptos relacionados.

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INVESTIGACIÓN

¿Qué es la brolamfetamina y qué efectos genera?

Las anfetaminas, sustancias psicoactivas usadas tanto en contextos médicos como recreativos y que se caracterizan por actuar como agonistas adrenérgicos, produciendo un efecto neuronal similar al de la adrenalina, un neurotransmisor producido naturalmente por el organismo, producen un estado de activación cerebral.

El mal uso de este tipo de sustancias puede provocar brotes psicóticos, alucinaciones, afecciones en la frecuencia cardiaca, aumento en la presión arterial, aumento de la capacidad de concentración durante su efecto, insomnio, aumento del estado anímico, mayor facilidad para socializar, incluso efectos anoréxicos y con su uso frecuente puede producir la percepción de estar “con menos energía” durante la vida cotidiana necesitando incorporar la sustancia para brindar la sensación de “energía” (uno de los factores que contribuye a la adicción).

En cuanto a los efectos psicológicos, destacan los siguientes: dependencia, consumo problemático, irritabilidad, percepción de incomodidad consigo mismo, falta de concentración, entre otros, suelen presentarse a mediano y largo plazo, cuando probablemente se ha producido una ingesta habitual de la sustancia.

Sin embargo, cabe señalar que los efectos psicológicos recientemente descritos no son los únicos que se presentan. 

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INVESTIGACIÓN

Si todos los efectos biológicos y psicológicos del uso de drogas fuesen “negativos”, pues no serían una constante a nivel social y a lo largo de la historia de la humanidad.

No es común plantear el hecho de que consumir drogas, anfetaminas en este caso, no trae consecuencias negativas únicamente. Qué quiero decir con esto: que para muchas personas sentirse energizadas, eufóricas, desinhibidas, seguras de sí mismas... claro que puede ser “positivo” a nivel de autopercepción.

No obstante, debe considerarse que los riesgos recaen en consecuencias como: dejar de sentir placer si no es a través del uso de la sustancia, síndrome de abstinencia al suspender la incorporación de la misma al organismo en consumidores crónicos, conducta violenta, alucinaciones, paranoia, deterioro del aprendizaje verbal, disminución de la velocidad motriz, cambios estructurales y funcionales en áreas del cerebro, alteración en estructuras cerebrales vinculadas a la toma de decisiones disminuyendo la flexibilidad mental, adelgazamiento corporal y heridas cutáneas, entre otros.

Cabe mencionar que la brolamfetamina, sustancia sintética y psicotrópica, no tiene uso terapéutico conocido y su alteración química la hace altamente tóxica y adictiva, pudiendo producir la muerte.

¿Causa problemas permanentes?

El efecto de crisis de pánico o paranoia, motivo por el cual es llamada “la droga del miedo”... ¿Pueden ser una consecuencia permanente tras desvanecerse el efecto de la droga?

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INVESTIGACIÓN

La crisis de pánico como resultado de una intoxicación por el uso de brolamfetamina debería desaparecer con la suspensión de la incorporación de la sustancia al organismo. Sin embargo, hay efectos que produce el uso de drogas sintéticas, que pueden cronificarse con el uso habitual de la misma. En el caso de una crisis de pánico, puede eventualmente aparecer como una nueva forma de respuesta a determinadas experiencias, es decir, nuestro cuerpo incorpora una nueva manera de manifestarse, la cual puede aplicar en ciertos contextos.

¿Cómo afecta al cerebro?

Estudios de neuroimagenología han dado como resultado una mejora del funcionamiento neuronal en determinadas regiones cerebrales asociadas a la motricidad, memoria y lenguaje verbal, tras suspender el consumo de la sustancia por 14 meses en adelante, periodo en el que persiste el daño neuronal y en el cual hay funciones cerebrales que muestran no haberse recuperado.

En relación a ello, el consumo de brolamfetamina aumenta la posibilidad de presentar un accidente cerebrovascular, pudiendo causar daños irreversibles. Finalmente, la sintomatología psicótica producida por el uso y abuso crónico de la sustancia, puede permanecer durante meses e incluso años posterior a la suspensión del uso de metanfetamina, existiendo actualmente estudios que revelan que bajo cuadros de estrés es posible la reaparición de dichos síntomas.

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INVESTIGACIÓN

¿Existe un perfil general relacionado con una mayor propensión a la adicción de anfetaminas?

No existen personas con “perfiles” de adicción, dependencia o consumo problemático. Pero hoy en día el consumo de sustancias estimulantes y/o alucinógenas está asociado de manera general a un rango etario mayoritariamente joven por el contexto de consumo y con un poder adquisitivo de medio a alto debido al costo de la sustancia. Ahora bien... ¿En qué etapa del ser humano es más factible eliminar la presencia de la droga en el sistema nervioso? En términos generales, si tuviese que dar una única respuesta a esta pregunta, sería: “cuanto antes o más joven se suspenda el consumo, mejor”. Lo anterior es debido a que el metabolismo en una persona joven funciona con mayor eficiencia, entendiendo que, con el paso 

del tiempo, una persona “mayor”, que pudiese presentar un periodo de tiempo prolongado incorporando una sustancia a su organismo, tendrá mayor dificultad para abstenerse del consumo y redimir sus efectos tanto biológicos como psicológicos.

Fuentes;                                                                  amc.

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https://www.change.org/SalvarAtencionTemprana      Gracias por vuestro apoyo.

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“SIN CENSURA”

CARTAS DE UN ADICTO EN RECUPERACIÓN

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Esperanza

Jesús Carcer

El día era oscuro, las nubes grises tapaban un sol que hacía tiempo que no formaba parte del caluroso verano. La lluvia, tan aterradora como sonora, empapaba las calles de una ciudad vacía y silenciosa. 

Desde mi húmeda ventana, observo como cada gota resbala lentamente por el cristal mientras un pequeño gorrión se resguarda bajo la cornisa. Está solo, asustado, hambriento y empapado. Sonrio irónicamente y pienso si metafóricamente la vida había puesto a ese pobre pajarillo indefenso en mi ventana. Lágrimas empiezan a mojar mis pestañas igual que la horrible lluvia humedece el césped del jardín que con tanto esfuerzo mi padre cuidaba cuando yo era niño. Recuerdos inundan mi mente, me entristecen, me ciegan, me enloquecen. Y en medio de esa confusa soledad, una pregunta emerge en mi cabeza a la velocidad con la que una bala sale de un revólver. ¿Podría haberlo hecho mejor? Me digo a mi mismo en voz alta mientras frunzo en ceño marcado por largos años de sufrimiento en soledad. Me cuestiono, dudo de mí mismo y en ese momento me convierto en pura inseguridad irracional. En ese instante, tan oscuro como el día, una única salida rápida, indolora e inconsciente comienza a recorrer mi castigada espalda y llega a mi cabeza hasta que de pronto, en mitad de mi fría y descolorida habitación, una pequeña sensación de calor ciega mis marrones ojos tristes. ¿Un rayo de sol? ¿Entre tantas densas nubes? Me pregunto

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SIN CENSURA

desconcertado. Hago un esfuerzo para abrir los ojos. Las nubes cada vez más claras, se mueven con rapidez, a la vez que el pequeño gorrión comienza a piar, se sacude y abre sus diminutas, hermosas y mojadas alas para alzar el vuelo hacia un abeto ubicado a unos pocos metros, donde, para mi sorpresa, se une a unos pocos pájaros más y juntos, cantando, desaparecen poco a poco entre los viejos edificios de la ciudad. 

Seguidamente, se hace el silencio. 

Jesús C.

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CUANDO NADIE NOS VE

Es precisamente ahí, cuando nos creemos a salvo de miradas, es cuando aflora en nuestro interior el mayor impulso. Los ensayos y la teoría adquirida deben entrar en práctica y demostrarnos a nosotros mismos lo preparados estamos. 

Encontraremos deseos inoportunos que nos pondrán a prueba con aquellos estímulos  olvidados por un tiempo pero que, ahora, renacen con más fuerza que nunca. “Siguen vivos” Pensarás “Si ya los dejé atrás, ¿Porqué vuelven?”

No se fueron, nunca se fueron y nunca se irán, perdurarán en tu cabeza de por vida y deberás acostumbrarte a convivir con ellos. 

Cuando nadie nos vé, es el momento en el que salen los fantasmas del pasado recordándote lo que creíste haber olvidado. 

amc.

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SIN CENSURA

“No más dolor”

Néstor M H

Dicen que la vida es única si sabes vivirla. De mis errores he aprendido que no hay cobijo bajo las drogas ni enfrentamiento valiente para asumirlo sin ellas, ver la vida pasar sin tickets de vueltas. Soy culpable y prisionero de mis acciones, actos y desprecio. No soy un ejemplo a seguir por mis conductas y fechorías pero seré la persona que un día se perdió asimismo y quiere encontrarse bajo esta lluvia de dolor y lágrimas. Caminando sin rumbo, todavía veo luz en esta tumba de sufrimiento, en mi propia piel siento todo el lastre que he dejado, cadáveres en el camino siendo un inhumano. No noto aire en mi pecho por todo el deshecho que he sido, pensando a palo seco, llevo mi tumba por dentro. 

No guardo rencor sino impotencia por mi incoherencia de este infierno de recuerdos que me arde. Caminaré aunque me quede en ceniza, hasta que la libertad de mis acciones, no me hagan esclavo de mis malas decisiones.

Mi corazón es fuerte como un bloque, después de tanto hundirme en mi bote salí a flote, unas se ganan, otras se pierden, he visto con mis propios ojos cuanto estuve ciego por culpa de la ira, el orgullo, el ego y del consumo y es que, en el fuego solo lo encontrarás. ¡Basta ya! Sal del fuego a tiempo y no vuelvas a respirar más en este infierno, mal no hagas porque el mal se vira.

Después de todo sigo con el alma transparente, firme y fuerte, nadie puede confundir mi mente, toma tus decisiones aunque estas decisiones te cuesten errores, no hace falta cuantas veces caiga o cuantas veces llores.

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SIN CENSURA

Soy un guerrero, cuido mis valores y principios. El valor existe aunque no tenga color y busco mi riqueza y calmar el dolor que tanto tiempo me sigue.

“No hay cura sin dolor ni arrepentimiento, ya es hora de necesitar y encontrar paz interior y felicidad en mis pensamientos”

Néstor.

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Y LLEGÓ

Pedro Vives

Era finales de Julio de hace unos años, hacía unos pocos días de mi ingreso y se me ocurrió pedir mi primera pauta. “Me gustaría irme unos días de vacaciones con mis hijos” dije. Con dos cojones y convencido de que mis hijos me estaban echando tanto de menos que no les podía fallar en verano. La cara de Beatriz cuando me dijo un “ni de coña” rotundo era a la vez de “madre mía cómo está este hombre” y de “¿dónde coño te crees que estás?” Ni rechisté, tal era mi rendición en ese momento, lloré, no podía contener el dolor que sentía en ese instante, las fuerzas hacía tiempo que me habían abandonado por completo. Ni siquiera era consciente de que por aquel entonces mis hijos habían decidido romper cualquier canal de comunicación conmigo, vamos que no querían saber nada de mí.

Cuento esto porque este verano por fin llegó ese momento. Sí, años después me he ido de vacaciones con mis hijos, bueno solo con uno. El otro se ha cabreado porque trabajaba y no podía venir, la diferencia es considerable. ¿Cómo me he sentido? Fácil: en paz. Y no es un premio, es solo el principio, la consecuencia del trabajo de años, un trabajo que sigue su curso todos y cada uno de los días de mi vida y del que me siento orgulloso cada vez que me levanto de la cama y me tomo el Antabus.

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SIN CENSURA 

Un trabajo del que se sienten orgullosos mis hijos y que ha cambiado su mirada triste, dolorida y decepcionada por la que ahora me llega, llena de confianza y de tranquilidad. 

Y sí, llegó porque tenía que llegar. Igual que la oscuridad y el silencio que me envolvieron durante años llegaron porque yo apagué la luz, es ahora cuando aparece de nuevo ese vínculo que nunca debí permitir que se rompiera, una nueva relación basada en la honestidad, sin el miedo que da tener la conciencia tranquila. Algo que permite disfrutar de una conversación comiendo una fabada, de las risas de mi hijo viendo a su padre luchar con unas olas que no respetan la edad, de la tranquilidad de ver un control de alcoholemia sin sentir el pánico de que te vayan a parar, del espacio respetuoso que nos damos al mismo tiempo que vuelven las confidencias y las peticiones de consejo. Y llegó ese momento de planificar el futuro de ambos formando parte de él. A todo eso nos dio tiempo durante unos pocos días, a eso y a otras cosas más intangibles pero que resultan imprescindibles para que esta relación todavía en proceso de reconstrucción vaya asentando unos cimientos firmes que soporten las inclemencias que sin duda vendrán.

No ha sido fácil ni mucho menos, hemos tenido que pasar etapas de silencio, de dolor y desesperanza, de ira también, por no decir de una desgarradora resignación. Pero llegó. Me he ido de vacaciones con mi hijo “las mejores de mi vida” según me dijo al despedirnos el otro día. No sé cuándo serán las próximas, tenemos muchos proyectos los tres por delante y el sueldo es el que es (por si lo lee alguien y cuela) pero lo que es seguro es que cuando lleguen será, otra vez, la consecuencia lógica e inevitable de lo que siembro cada mañana al levantarme sin excusas y sin pretender que lo que me rodea se ponga de cara como por arte de magia. Fui responsable de la mierda, ahora lo soy de poder seguir escribiendo cosas así. Vosotros también lo sois, no os creáis muy distintos. Lo que os llegue será lo que os merezcáis, ni más ni menos.

Pedro V

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La Chica de la Ventana

El ambiente estaba cargado en el Bar de Paco, eran las diez de la noche y el humo del tabaco hacía que los ojos de Juan se humedecieran hasta el punto de soltar un par de lágrimas. Las cuatros mesas del local estaban ocupadas por los jugadores de mus que cada tarde se jugaban la consumición encima del tapete. Sobre la mesa, cuatro consumiciones y un cenicero repleto de colillas acompañaban a los amarracos y las viejas y marcadas cartas. La televisión sonaba de fondo con un programa de entretenimiento que a nadie entretenía, todos estaban atentos a las señas, jugadores y espectadores.  Juan abrió una botella de agua y la bebió de un trago, su frente sudaba a pesar del potente aire acondicionado que parecía quedarse pequeño entre tanto tumulto. 

.- ¡Juan! ¡Pon un viaje por aquí! ¡Anda!  Gritó desde la mesa tres, Antonio el concejal. Al parecer, él y Enrique, su pareja de juego, llevaban buena racha y como es habitual, quien lleva buena racha pide de beber ya que, si todo sigue igual serán invitados por sus contrincantes. 

.- ¡Voy Antonio! ¡¿Pongo para los cuatro?! Dijo juan antes de servir la consumición

.- ¡Si si!, ¡claro!, ¡aquí bebemos todos! - Repuso Enrique en tono burlón hacia los perdedores.

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CUENTACUENTOS

.- ¡Marchando!  Juan sirvió sobre la bandeja metálica la bebida  con unas aceitunas y la llevó hasta la mesa - Aquí tenéis, y esta es la última, a las once en punto cada uno a su casa, que tengo que cerrar.

.- Vale, tranquilo Juan tranquilo, a las once ya hemos terminado incluso antes - Respondió Enrique en tono conciliador.

Después de más cinco años para conseguir la carrera de psicología, Juan se encuentra sin otra opción que el puesto de camarero en el Bar Paco donde llevaba trabajando un par de años. Cuando llegaba a casa solo pensaba en coger la cama y descansar. Al menos Paco, su jefe, no se aprovechaba de los empleados y su jornada era de ocho horas y un buen sueldo pero eran ocho horas de batalla continua, un trabajo agotador. 

Esa noche, como todas las noches, Juan llegó a casa a las doce de la noche, abrió el frigorífico y cogió un refresco de cola, salió al balcón y encendió un cigarrillo, se sentó en la silla del pequeño voladizo y fumó mientras observaba los edificios del barrio, la calle estaba desierta y las ventanas iban apagando sus luces según avanzaba la noche. La vecina del tercero del edificio de enfrente, siempre coincidía con él para fumar un cigarrillo, se hacían un gesto con la mano a modo de saludo y seguían cada cual con sus cigarrillos, no sin mirarse de vez en cuando y dejando llevar su imaginación a los más traviesos pensamientos.  Ella era joven, algo más joven que él, con el cabello largo y oscuro que en más de una ocasión la vió peinar a través de la ventana. 

No sabía su nombre, tan solo la conocía de la ventana, coinciden a las doce, se saludan y se despiden. En ese proceso, la imaginación de ambos les obliga a crear la propia vida del otro, después de seis meses de saludos nocturnos, es como si se conocieran de toda la vida cuando en realidad,

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CUENTACUENTOS

ninguno sabe siquiera el nombre del otro, ella es “La chica de la ventana” y él es “El chico del balcón” Todo lo demás es producto de su imaginación. Hacía seis meses que se mudó y dejó atrás la tutela de papá y mamá, decidió que con veintiocho años y un trabajo estable, era hora de alzar el vuelo y así lo hizo. Encontró este piso en el tablón de anuncios del bar donde trabaja, el dueño resultó ser de un asiduo cliente que solía desayunar  allí que él personalmente no tenía mucho trato. Rara vez Juan ocupa el turno de mañana, casi siempre se ocupa de la tarde, llega a la hora de los cafés de la sobremesa y sale después de las partidas de mus, de hecho llevaba meses con este horario, algo que no le importaba. Lo que le gustó del piso era la cercanía al trabajo, en diez minutos andando se plantaba sin correr. No había otra razón, por lo demás era un piso de lo más normal, dos habitaciones, una cocina amueblada, un baño y un pequeño salón con salida al balcón. Una de las habitaciones, como vivía solo, la utilizaba como despacho, soñaba con algún día poder ejercer su verdadera profesión y poder trabajar sin que nadie le mande, crear su propio despacho de psicología y ganarse la vida por lo que él considera su pasión.

Mientras tanto, la vida de Juan sigue en torno al bar y las partidas de mus. Se levantaba temprano y tomaba un café en el balcón mientras fumaba el primer pitillo de la mañana, la ventana del tercero estaba abierta de par en par y no había signos de vida en su interior, aún así miraba de vez en cuando por si apareciese su vecina, “La chica de la ventana” Imagina que debe estar trabajando durante todo el día en algún despacho importante, la imagina con el pelo recogido, una elegante chaqueta oscura, blusa blanca de largo escote, falda ajustada y tacones finos de doce centímetros, la imagina con un portafolios bajo el brazo mientras contonea sus caderas al andar. Todo eso imagina Juan cuando mira a la ventana y no la encuentra.

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CUENTACUENTOS

Algo que deduce por pura lógica es que vive sola, jamás, en los seis meses ha visto por la ventana signos de que viviese con su padres o tuviera pareja, incluso se fijaba en la ropa que tendía en las cuerdas desgastadas de tender, solo se aireaban prendas de chica joven. Analizando las prendas, Juan se hacía una idea del perfil que se ajustaba a la chica de la ventana. Su intuición le hacía pensar que su nombre era Susana, no sabía muy bien porqué pero es lo que le venía, Susana, una chica elegante por su ropa tendida al aire, picarona, por su ropa interior que baila al son de la brisa, ordenada por la forma tan cuidados de tender aquellas prendas, limpia ya que la blancura de las sábanas era impecable. Su cabeza ya tenía un perfil más o menos claro de “Susana” La chica de la ventana. Su prototipo ideal.

Pensaba en muchas ocasiones si “Susana” se fijaba en él y pensaba al igual que él piensa en ella, la mayoría de veces pensaba que saludaba por educación y sin mayor interés, pero pensar que “Susana” se interesaba por él, le hacía ilusión y le alegraba el día, con lo cual, ¿porque pensar lo contrario?  

Después de su primer cigarrillo, Juan apuraba el café y daba de comer a chispa, su inseparable bulldog Inglés que tanta compañía le hace en su soledad. Le baja a dar un paseo cada mañana y después, terminadas sus obligaciones, da un largo paseo por las calles del barrio, hace una parada en el super y compra algo para comer, saluda a los vecinos y sonríe a la cajera que le devuelve la sonrisa al proporcionarle el cambio. 

.- Que pase un buen día señor

.- Gracias, igualmente.  Eso de que le llamaran señor, a su edad, le parecía de lo más gracioso, acababa de salir del nido y ya le trataban de

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CUENTACUENTOS

usted, era algo que no le disgustaba pero, como suele hacer con todo, analizando la situación, se preguntaba - ¿Acaso saben mi edad? ¿Por qué este cambio tan brusco en una persona? Hace seis meses era el hijo de “La Remedios” y ahora soy “Don Juan” el psicólogo del cuarto B que trabaja en el bar de Paco porque no encuentra trabajo en lo suyo. Cada cosa que le sucedía a Juan, lo analizaba detenidamente una y otra vez, quizá le pase a todos los psicólogos, encontrar motivos de por qué ocurren las cosas, dar un sentido a todo lo que pasa a su alrededor.  No, no lo creo, solo le ocurre a él, no creo que le pase a todos los psicólogos, no creo que sean tan raros. 

De camino a casa, cargado con la bolsa del super, hacía una pausa en el pequeño parque cercano a casa, se sentaba en el banco de siempre y encendía un pitillo. Aquel sitio era el pulmón del barrio, era el único parque del vecindario, estaba rodeado de altos edificios repletos de ventanas. Juan solía parar para observar los edificios, más que los edificios, sus ventanas. Imaginaba la vida de cada habitante según sus observaciones. La ropa tendida le permitía sacar conclusiones de quien habitaba en las viviendas. Sábanas, ropa íntima, uniformes, toallas, camisetas… Podía pasar largo tiempo imaginando las vidas de aquellos personajes anónimos que formaban parte de su vida. Dentro de su cabeza formaba familias enteras y recreaba sus vidas. Tenía lo más importante, su forma de vestir, tanto laboral como informal. A una persona no la conoces solo por su manera de vestir en el trabajo, ahí siempre estará predispuesta al lugar donde ejerce su profesión, a una persona se la conoce realmente cuando es totalmente libre, sin que nadie ni nada imponga su manera de ser, su personalidad.

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CUENTACUENTOS

De ahí que Juan fuera tan observador en lo que a tendederos se refiere.

Hoy, Juan decidió dar una vuelta más larga por el barrio o más allá, era su día libre y el tiempo acompañaba, empezaba a acariciarse el verano y el calor invitaba a pasear. Anduvo sin un rumbo fijo, no tenía prisa y se dejaba llevar por sus pies sin importarle donde le llevaran. A medida que caminaba, el paisaje cambiaba de aspecto, los altos y viejos edificios iban dejando distancia entre ellos y sus tejados cada vez eran más bajos, pasaron de ser rascacielos a pequeños bloques distantes entre sí. Según caminaba, el tráfico era más silencioso, las aceras más anchas y  los árboles se acercaban más a las nubes  mientras los edificios dejaban, cada vez más, ver el horizonte. Sin duda, había salido del tumulto y la tranquilidad aumentaba a su paso.     

    Cuando se quiso dar cuenta, Juan estaba rodeado de casas residenciales con cámaras de seguridad  en las esquinas. Los inmensos ventanales dejaban ver lujosas habitaciones, entre los árboles milenarios se podían apreciar verdes jardines con piscinas de cristalinas aguas y espléndidas tumbonas. Nunca imaginó que todo aquello estuviese a un paso de su casa, a dos minutos del Bar Paco, era como si hubiese viajado en el tiempo, que alguna de esas cabinas de ciencia ficción le hubiese llevado a otra lejana ciudad. 

Allí era diferente el psicoanálisis del vecindario, todos parecían iguales, unos más que otros pero todos de alto estanding, ejecutivos y poderosos empresarios, no hacía falta observar los tendederos para poder afirmar que por allí, nadie pasaba hambre. Aún así, Juan seguía haciendo “su trabajo” de observador de casas, miraba cada una de ellas intentando averiguar por su lógica la identidad de los propietarios. Allí la ropa no colgaba de las ventanas y balcones, allí había espléndidos tendederos

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CUENTACUENTOS

anclados en la parte trasera de la casa, la blancura de las sábanas hacia contraer las pupilas, la ropa interior femenina era de puntilla exquisita, no había calcetines, en su lugar, colgaban ejecutivos y los sostenes todos eran de talla extrema, al parecer las adineradas usan tetas enormes, su dinero les habrá costado. 

Llegó a una casona de piedra cubierta de hiedra y enredadera, miró entre el cañizo de la valla y pudo ver el interior del jardín. Dos musculados canes descansaban junto a la piscina y un tercero más esmirriado olfateaba el aire como si de su presencia se hubiese alertado. 

En la piscina, tumbado en una hamaca, descansaba el que se suponía dueño, amo y señor de aquel caserón, era un hombre de mediana edad tirando a alto, su calvicie llegaba hasta la coronilla y sus anchas patillas bien recortadas llegaban hasta la barbilla, conservaba un cuerpo atlético que no muchos de su edad consiguen mantener, su bronceado no era solo del verano. Junto a él, dos muchachas jóvenes tomaban el sol semidesnudas, tan solo un pequeño tanga cubría sus partes más íntimas. Juan, despertó de su embobamiento y comprobó calle arriba y calle abajo de que no había nadie observándole, no estaba haciendo nada malo pero, no está bien espiar a través del cañizo las casas ajenas. Una vez se cercioró de que no había peligro, volvió a introducir sus ojos por aquel seco cañizo, esta vez dió un repaso visual a la fachada se la mansión, a sus ventanas para ser más exactos, era su punto débil, espiar por las ventanas le ponía cachondo, el mero hecho de que una cortina dejase entrever parte del interior de una habitación, provocaba en Juan una excitación que era imposible contener. Mientras lo hacía,  escuchaba las carcajadas de las

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CUENTACUENTOS

chicas que, con el calor, se refrescaban y se divertían en el agua de la piscina, los ojos de Juan alternaban entre ventanas y piscina, el espectáculo que tenía ante él era digno de pagar entrada. 

.- ¡¡¡JODER!!! Se sobresaltó Juan al ver que una de las chicas le era conocida.  - ¿De dónde ha salido? antes eran dos, ¿Qué hace aquí? - 

No estaba seguro pero, su pelo, negro como carbón y largo como visillos, brillante y liso movido por la brisa, era la misma imagen que, de vez en cuando, observaba por la ventana. En su cabeza se aparecía la imagen de “Susana” cepillando su largo cabello. En aquel momento, a Juan se le desvaneció la idea de aquella “Susana” saliendo del portal de madrugada, con el pelo recogido, una elegante chaqueta oscura, blusa blanca de largo escote, falda ajustada y tacones finos de doce centímetros, esa imagen con un portafolios bajo el brazo mientras contonea sus caderas al andar, esa imagen desapareció de inmediato. Ya no sería lo mismo fumar en el balcón las noches de verano. Con el corazón resentido, Juan puso rumbo a casa, meditando sobre lo que había visto en aquel caserón. Nada de lo que pensó y la idealización que se creó en su cabeza sobre “Susana” se desvanecieron, su idea de análisis social sobre tendederos de ropa mojada, nada tenía que ver con quien las vestía. Ya nada sería lo mismo, ya no vería los balcones como espejo del alma, no era tan buen psicólogo como creía.   

 

FIN

amc

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LA IRA DE DIOS

En primer lugar, me vais a permitir que en este número interrumpa temporalmente la serie de “mentes privilegiadas”. Acabo de volver de vacaciones y la mía, no tan privilegiada por supuesto, también ha estado en modo off todo lo que ha podido aunque, también es cierto, la haya sabido a poco. En todo caso, durante estos días sí se me han ocurrido varios temas sobre los que hablar en esta sección de ciencia. Es curioso cómo, solo observando nuestro entorno más cercano y cotidiano mientras descansas, surgen infinidad de ideas sobre las que escribir. En este caso se me encendió la lucecita mientras mi hijo y yo disfrutábamos de una típica tormenta veraniega tomando un café (el mío descafeinado, por supuesto, todavía no he llegado al nivel de recuperación que tenéis algunos y no puedo permitirme una recaída conductual) Como iba diciendo, me encontraba descansando tranquilamente cuando, en cuestión de pocos minutos, se formó la de dios es cristo y empezó a jarrear agua y a desatarse la ira de dios en forma de rayos, relámpago y truenos. Una de esas maneras que la naturaleza tiene para decirnos que, si quisiera, nuestra estancia en este mundo podría ser más efímera

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CIENCIA

que la que desearíamos. A todo esto, y mientras admirábamos la fuerza descomunal que se mostraba ante nosotros, nos surgió la duda de si lo que había caído más cerca de lo que nos habría gustado, era un rayo o un relámpago. Y he ahí el tema de este artículo. Porque ¿es lo mismo un rayo que un relámpago?

Las tormentas eléctricas son uno de los fenómenos meteorológicos que más ha atraído nuestra atención desde la más remota antigüedad, provocando desde admiración e interés hasta miedo y supersticiones de todo tipo, incluida la creencia de que se trataba de la mismísima ira de Dios por nuestros pecados. Sin embargo, la ciencia actual es más que capaz de explicar cada uno de los efectos y fenómenos que estos portentosos y, en ocasiones, sobrecogedores espectáculos naturales provocan. Es fácil escuchar a muchas personas, mi hijo y yo lo hicimos,  usar indistintamente los términos rayo y relámpago, pero en realidad no son sinónimos y resultan cosas distintas. Para simplificar, estas son las principales diferencias entre rayo y relámpago:

• El rayo es la descarga eléctrica que se forma entre nubes o de una nube al suelo. También se puede producir desde el suelo a la nube, pero este tipo es más extraño.

• El rayo es el origen del relámpago y del trueno.

• El relámpago es el fogonazo de luz producido cuando se

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CIENCIA 

descarga el rayo. Es decir, se trata de la chispa gigante que

 ilumina la zona de la corriente durante la descarga eléctrica. Es el resplandor lumínico creado por la enorme liberación de energía que el rayo provoca. Nace prácticamente a la vez que el trueno, ambos a causa del rayo, y aunque su visión resulta muy espectacular, el relámpago en sí no comporta mayores consecuencias, ya que la descarga eléctrica está en el rayo y el relámpago es solo la chispa lumínica que brilla intensamente.

Si nos remitimos al diccionario de la RAE, éste define al rayo como una “chispa eléctrica de gran intensidad que se produce por la descarga eléctrica que puede darse entre dos nubes o bien, entre una nube y la tierra”. Así, estas son las características de un rayo:

• El rayo es la descarga eléctrica en sí. Esta descarga se da cuando hay una diferencia de cargas entre dos nubes o entre una nube y la tierra.

La diferencia se produce a causa de las partículas de hielo que hay en el interior de las nubes de tormenta, chocando entre sí, produciendo fricción. Estos choques hacen que las cargas se separen, de forma que la carga positiva se queda en la nube, mientras que los electrones se forman debajo de la misma, en tierra. La carga eléctrica del suelo tiende a acumularse y concentrarse en el suelo alrededor de objetos o estructuras que sobresalgan, como árboles, montañas o incluso seres vivos. Cuando la concentración es suficiente, la carga positiva y la negativa conectan, y se produce la descarga del rayo.

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• Los rayos viajan a una velocidad de alrededor 440 km/s, aunque se sabe que pueden alcanzar picos de hasta 1.400 km/s y tienen una longitud promedio de alrededor de 1500 metros, aunque se han registrado algunos mucho mayores. El más largo del que se tiene registro se produjo en octubre del año 2001 en Texas, con una longitud de 190 km.

• La descarga de un rayo tiene una potencia enorme, pudiendo generar potencias de hasta mil millones de vatios, comparables a la de una explosión nuclear. Las enormes cantidades de energía liberada dan lugar al fogonazo conocido como relámpago.

Pero lo que nos asusta de verdad es el trueno, que también se produce en este momento. Es decir, tanto rayo como relámpago y trueno se producen prácticamente al mismo tiempo. El trueno ocurre cuando el rayo sube la temperatura del aire a su alrededor por encima de los 28.000 ºC. Este aire caliente se dilata y expande por su aumento de temperatura, pero al entrar en contacto con la masa de aire frío circundante se contrae de nuevo bruscamente. Las ondas de choque resultantes de este efecto dan lugar al sonido que llamamos trueno, de altísimo volumen y ensordecedor a cortas distancias. Los truenos viajan a la velocidad del sonido, que es de 340 m/s, muy inferior a la de la luz. Esta diferencia de velocidad puede servirnos para saber si la tormenta se está alejando o

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acercando. Es muy fácil, solo tenemos que contar los segundos que transcurren entre que vemos el relámpago y escuchamos el trueno. Si ese tiempo es cada vez mayor, tranquilos que la tormenta nos dejará en breve. Pero si por el contrario, el tiempo es cada vez menor, mejor no os pongáis debajo de un árbol que viene a por vosotros.

Pero no todos los rayos son iguales. Dependiendo de las circunstancias en que se forman y de su comportamiento, se distinguen varios tipos. Estos son los tipos de rayos más comunes:

• Rayos de nube a tierra

Son los más fáciles de observar a simple vista pero el segundo tipo más común. Se origina en una nube de tipo cumulonimbus y se descarga en tierra, pudiendo ocasionar graves daños donde lo haga. A su vez podemos distinguir varios tipos de rayos que van de una nube a tierra:

Rayo perla: es un rayo de duración más prolongada de lo habitual, que se separa en toda una cadena de secciones cortas.

Rayo staccato: un rayo de brevísima duración, que toma la forma de un único fogonazo o flash de gran intensidad lumínica y bastante ramificado.

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Rayo bifurcado: son aquellos rayos que bifurcan o ramifican su ruta de forma fácilmente visible en su descenso. Se trata más de una forma de llamarlos que de un tipo formal.

• Rayo de nube a nube

Estos son los más frecuentes y comunes. Puede darse tanto entre nubes distintas como en el interior de una misma nube, siendo de hecho este último el tipo de rayo más habitual. Son esos resplandores que vemos a los lejos y que iluminan las nubes, como si hubiera focos escondidos dentro de ellas.

• Rayo de tierra a nube

Son los menos comunes y muy raros de ver, y se dan cuando un rayo asciende de la tierra a una nube de tipo cumulonimbus en lugar de descender, como es habitual, o de crearse entre nubes o dentro de una sola.

Como hemos visto, como solo son sonido, los truenos no son peligrosos más allá del susto, el miedo o, incluso, la ansiedad que nos pueden generar a personas y animales. Otra cosa muy diferente son los rayos, esos sí que son peligrosos cuando impactan directamente con la superficie y más si nos encuentra en su camino. Hay que tener en cuenta que existen ciertos elementos que hay que tener muy presentes cuando un rayo impacta en el suelo, y que serán directamente proporcionales al daño que puede causar.

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En primer lugar el tipo de impacto de un rayo, no será lo mismo un impacto directo que uno indirecto. Es decir, no será lo mismo que un rayo impacte directamente contra una persona que esté bajo la lluvia a que lo haga a pocos metros de donde se encuentra. En este segundo caso, el rayo causará daños a la persona, pero será más probable que sean daños derivados de la onda expansiva que de la electrocución propiamente dicha. Parece obvio ¿no?

Así mismo, otro de los factores que habrá que tener en cuenta es si existen elementos aislantes eléctricos que eviten que el rayo llegue a tomar tierra. En este sentido, si por ejemplo nos alcanzase un rayo dentro de un coche, debido a que el caucho de los neumáticos no transmite la electricidad, los daños causados serían considerablemente menores que si estuviéramos situados en una estructura que sí que lo transmitiera, como por ejemplo un puente metálico o bajo un árbol. 

Por otro lado, también hay que tener en cuenta que, en la mayoría de las zonas urbanas, los edificios cuentan con pararrayos. Los pararrayos son estructuras similares a las antenas que lo que hacen es atraer los rayos hacia ellos para descargarlos en una toma de tierra segura. Es decir, dirigen el rayo desde el cielo hasta el suelo para evitar que cause daños. En uno de los primeros números de la revista escribí acerca de la invención del

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pararrayos y cómo este artilugio fue considerado por la iglesia un invento del demonio por ir en contra de la creación de Dios. Resultó que las víctimas por rayos durante las tormentas se concentraban en las iglesias y en las personas que iban allí a rezar para que no les alcanzara un rayo, ya que eran los únicos edificios que no contaban con pararrayos al negarse a instalarlos. De este modo, en un entorno urbano, es bastante complicado que los rayos puedan causar daños considerables, ya que son espacios bastante seguros gracias a la presencia de este simple invento y a las tomas de tierra en la mayoría de los edificios, especialmente en los más elevados.

Por el contrario, en aquellos lugares en los que no haya presencia de pararrayos, o que al menos su cantidad no sea muy elevada, sí que es cierto que los rayos de las tormentas eléctricas pueden suponer un riesgo para nuestra seguridad. No obstante, esto no significa que haya que ser alarmistas, pero sí tomar ciertas medidas de precaución ante los rayos que nos ayudarán a estar más seguros y dificultarán que podamos ser el blanco de estas descargas eléctricas.

Lo primero que tenemos que tener en cuenta si estamos en una tormenta es buscar un refugio seguro, es decir, bajo techo. Esto se refiere a meternos en algún refugio, ya sea un edificio o un coche, que nos proteja de la tormenta y de los rayos. Por el contrario, es muy importante que evitemos refugiarnos

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debajo de los árboles, especialmente si se trata de árboles solitarios. Los árboles, al ser los puntos más elevados en los espacios campestres, actúan de forma similar a los pararrayos, lo que hace que sean un blanco fácil para que los rayos impacten en ellos, y en nosotros si nos resguardamos cerca de su tronco.

En segundo lugar, también es muy importante que evitemos actuar nosotros mismos como pararrayos. Hay ciertos objetos que pueden atraer los rayos, especialmente los metálicos y alargados. Un buen ejemplo serían los piolet o piquetas que se usan en montañismo y senderismo para ayudarnos en el camino. En estos casos, lo mejor será guardarlos para que no puedan atraer los rayos y, sobre todo, no colocarlos de forma puntiaguda y que sobresalgan de la mochila. Lo mismo vale para cualquier otro objeto de características similares, como por ejemplo los famosos "palos selfie". Los adictos a las redes sociales deberían pensárselo mejor antes de querer hacerse una fotito durante una tormenta eléctrica. Si les cae un rayo no será culpa de la naturaleza sino de la estupidez que les domina.

Otro elemento que debemos tener en cuenta es evitar el uso de aparatos eléctricos puesto que pueden atraer los rayos. En este sentido, tanto los teléfonos móviles como los relojes con conexión a Internet deberían permanecer desconectados durante el tiempo que dure la tormenta para evitar la posibilidad de atraer los rayos.

Además, también es importante evitar correr en campo abierto. Si nos desplazamos a más velocidad será más fácil ser la diana de los rayos que impactan en la superficie. En el caso de estar en zonas rurales o de campo durante una tormenta, lo mejor será buscar refugio cuanto antes y, en caso de no encontrarlo, permanecer tumbado a ras de suelo hasta que pase la tormenta. Nunca se sabe, puede que saber todo esto nos salve la vida un día. Con la ira de Dios no se juega.

Pedro Vives

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Alejandro Rodríguez

(Alex)

Afirma que no recuerda cuánto tiempo lleva en recuperación, señal de que tiene cosas más importantes en su cabeza.

Una entrevista de Roberto Sánchez

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P.- Hola Alex, ¿Te presentas?

R.- Si, ¡Hola! Me llamo Alex y soy paciente de aquí de Neurosalus desde hace un montón de tiempo.

P.- ¿Cuánto tiempo llevas de recuperación?

R.- De recuperación sin consumir creo que son cuatro años y medio, en total cinco creo.

P.- ¿Qué pasó en ese tiempo de “no recuperación”

R.- Pues en ese tiempo, que ya no estoy seguro de cuánto, no llevo la cuenta, no me viene o no me venía bien contar el tiempo, quizá sea más. Al principio me tiré seis meses o más cagándola, fué horrible, no era consciente de esto, sabía que era alcohólico pero no sabía que era politoxicómano y los primeros seis meses fueron una locura, llegué y a

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LA ENTREVISTA 

los cuatro días me fuí y la lié pardisima, estuve una semana desaparecido en Madrid, no sabía ni donde estaba, luego volví y me quedé una semana y me volví a ir y luego aguanté creo que, lo tengo un poco difuso, creo que fué un mes, aguanté y luego la volví a cagar. La cuarta recaída recuerdo que casi me muero, tenía ganas de estrellarme con el coche y ya la última recaída fué igual, estuve aquí un mes y volví a salir vi a mi hermana y la cagué, esa cagada fué ya brutal, la lié esa noche y me entró un pánico bestial y me vine con el coche a la puerta, aquí, a la puerta de Neurosalus, avisé a mi madre, a mi padre, mi padre me dejó de hablar y les pedí que porfavor me echaran una mano por última vez. Y desde ahí hasta hoy metido en el proceso.

P.- ¿Has defraudado muchas veces a tu familia?

R.- Muchísimas, muchísimas veces les he defraudado. Desde los dieciséis años les he estado defraudando. Hasta que puse fin a la vida de mierda que tenía antes. Era una tras otra, no había fin y cada vez más gorda, cada vez desparramaba más, cada vez hacía más daño a los que quería, cada vez hacía más daño a mi madre. Mi padre sabía algo pero no se enteraba nada, no sabía nada de nada hasta que me metí aquí, en el centro, no sabía que hacía tantas barbaridades, mi madre sufrió muchísimo, a mi madre la hice pasar un calvario. Yo no era consciente tampoco de todas las barbaridades que hacía, de cómo la trataba de mal, se lo hice pasar muy mal sobre todo a mi madre, a Rocío también. Hice cosas que no era consciente

P.- Cuéntanos cómo era Alejandro cuando consumía

R.- Era calmado durante el día, tranquilo y calmado, osea, la

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LA ENTREVISTA

locura vino cuando, la locura que recuerdo, tengo como lagunas, 

seguramente ya la hacía daño antes, cuando empecé con 16 años a fumar tóxico fumable porque como buen adicto no consumía poco sino una barbaridad, eran cantidades salvajes y la tolerancia era una burrada, fumaba más que mis amigos, mis amigos alucinaban y era así, viviendo en una burbuja y luego llegó la locura que fué cuando volví de Londres, porque antes salía y tal, los amigos, esto lo otra y tal pero no era tan salvaje, no era perder los papeles a la locura del desparrame y fué cuando volví de Londres, mi familia se arruinó, no había dinero en casa ni para comer y como todo era tan gordo, la situación era tan heavy y me costaba asimilar, afrontar esa nueva situación, de cómo poder ayudarles sin tener un trabajo ni unos ahorros, no sabía que hacer, era una desesperación, una angustia muy fuerte, no sabía qué hacer y apaciguaba esa ansiedad y esa locura mental porque era un vorágine de pensamientos de tratarme mal, hablarme mal, lo apaciguaba consumiendo muchísimo tóxico bebible, muchísimo, cantidades que eran una puta animalada

P.- Choca un poco el tener a toda tu familia arruinada y gastarte todo lo que tienes en tóxico…

R.- Si si, si choca. Yo tenía una cuenta en el banco que era una paga que mi padre daba a cada hijo y yo lo cogí y se lo di a mi madre para

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 pagar la deuda que tenían con el casero y para que no nos desahuciaran, al quinto día de llegar les quitaban la casa y para evitar eso, les di el dinero y con lo poco que sobró eso, me lo gasté todo en consumo

P.- ¿Por qué se arruinó tu familia?

R.- Mi familia se arruinó porque Juan Carlos no hizo bien las cosas en la empresa y sus cosas, nunca supe qué cosas, nunca me metí en sus cosas, eran cosas turbias, tenía una doble vida, tenía una vida aquí en España, otra doble vida en Miami con una mujer, entonces invirtió el dinero de mala manera o como supo, con un hermano que era un HP y perdió muchísimo dinero y luego la crisis hizo el resto. El derroche de dinero que tenía, no supo gestionar su vida, no supo quedarse a cero y rehacerse o ponerse a trabajar, se quedó en casa sin hacer nada, entró en depresión y se quedó bloqueado. 

P.- ¿Qué era Juan Carlos para tí?

R.- Juan Carlos era como mi padre, más que padrastro era mi padre, un padre a su manera ¿no? un padre diferente, me quería tal cual, no buscaba nada a cambio, eso para mí era ya…ufff, y me quería mucho, desde niño, me daba cariño, me escuchaba, me entendía, era a la vez un colega, un amigo. No sabía ser padre, hubo cosas que siendo padre no debía haber hecho 

P.- Quizá la relación con Juan Carlos era la que buscabas con tu padre y no encontraste.

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R.- Juan Carlos, como padre, me acogió en su vida, en su familia y me trató siempre como uno más, nunca hubo una mala cara hacia mí, cosa que en mi familia las he tenido constantemente, me daba cariño, sin más, cariño. Lo que pasa es que luego, se equivocó, él era consumidor, consumía tóxico esnifable y bebible y lo veía normal, para él eso era una normalidad y consumiamos juntos, lo llegué a normalizar yo también, cuando llegué aquí lo veía tan normal como beber agua con tu padre, ya entendí lo nefasto y terrible que es, veía normal que lo hiciese conmigo pero no que lo hiciese con su hija Rocío.

P.- ¿Quién es Rocío?

R.- Rocío ha sido hasta ahora mi ojito derecho, mi hermana pequeña, le he adorado y la quiero mucho

P.- ¿Por qué hasta ahora?

R.- Ahora no tengo relación con ella, su forma de vivir, las cosas que hace no las quiero en mi vida, por mucho que me duela, no me viene bien, estar cerca de ella me hace muchísimo daño, las cosas que hace, como habla, como lleva su vida, lo que he tenido que ver en algunas situaciones, no lo quiero en mi vida, no me viene nada bien, me genera tirones

P.- ¿Y tu madre?

R.- Mi madre también me viene mal, la quiero muchísimo, es mi madre pero es una persona que no puedo estar con ella, a día de hoy tenemos separación terapéutica, de momento no la quiero ver, tengo ganas de verla, claro, es mi madre pero no puedo verla, es muy dañina,

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todo lo que sale por su boca me hace mucho daño, solo hablan de problemas y eso no lo sé gestionar y me causa mucho dolor y como su vida es todo un bucle de malestar y dolor constante, no puedo tener cerca personas así, me hace daño ver que sufre, que lo pasa mal, que no quieren salir de esa vida de mierda que tienen llena de problemas y no quiero, me ha costado mucho ver esto, quiero mucho a mi madre y a mi hermana pero no me vienen bien

P.- ¿Cuántas veces las has tenido que sacar del pozo?

R.- Muchas veces, miles, no lo sé, incontables, he sufrido mucho y he llegado a la conclusión de que es puro egoísmo, mi padre, mi madre y Rocío son puro egoísmo, les dá igual a quien hagan daño, a mi no me gusta ser así, eso es de malas personas, si en algún momento lo he sido ha sido por estar bajo los efectos del tóxico y he tenido que estar muy mal, muy mal, me parece muy cruel el cómo tratan o me han tratado por su propio bienestar y les haya sudado con tal de solventar su situación

P.- ¿Les tienes rencor?

R.- Rencor no, ódio, he odiado a mi padre, a mi madre y he odiado a mi hermana

P.- ¿Por qué odiabas a tu padre?

R.- A día de hoy no, pero le he llegado odiado porque me ha tratado como una verdadera mierda, me ha dado todo en este mundo, todo, pero

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me ha tratado muy mal, tenía un castigo constante de abuso psicológico, machacándome noche y día, la mierda esta viene por no haber sabido poner límites, no he sabido poner límites nunca, no he sabido decirles no, no he sabido decirles a ningúno de los tres, “basta, me hacéis daño” Mi padre siempre me ha hecho daño, ha sido un acoso y derribo, para mi padre, yo le pertenecía y como yo le pertenecía, hacía conmigo lo que le daba la gana, si yo estaba mal le daba igual, si había que ir donde sea pues se iba, que yo tenía malestar, le daba igual, el sublime que exprime al monigote hasta más no poder y el problema no es él, el problema soy yo de no saber decir no. La primera vez que le puse un límite a mi padre, estaba aquí en el centro, estábamos en casa, estaba en mi cuarto y me dijo, “Al jardín” a no se que cosa… y le dije no, estoy leyendo, no lo entendió, no entendía eso de “estoy leyendo” Yo te llamo y vienes, así, como si fuese el ejército, así, y si no lo haces te manipula diciendo que todo lo que hace por ti es lo mejor y como no me quería a mí mismo iba como pollo sin cabeza. Hasta el día de hoy ha sido difícil poner límites a una persona así, ha sido muy mala persona, muy cruel, yo no podría ser así con nadie

P.- ¿Te sientes culpable de lo vivido con tu familia?

R.-  Hombre, el no saber poner límites, sentir culpa de lo mal que me he tratado yo y no haber sabido hacer las cosas de otra manera, hubo un tiempo que si, culpable de haberme dejado tratar tan mal

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P.- Relacionado con tu familia en un baremo de 1 al 100 ¿Cuánta droga te has metido?

R.- He consumido drogas a morir por situaciones que no sabía gestionar

P.- ¿Te has querido morir?

R.- Muchas veces, yo no consumía, a ver, el tiempo de probar, el tiempo de disfrutar, que fué poco, pero luego llega un momento que es por necesidad y esa necesidad era salvaje, me di cuenta después que me he tirado una vida consumiendo porque no sabía gestionar una vida, quitando mi familia, mi familia era algo puntual, ya de niño mi cabeza estaba jodida, estaba siempre consumiendo malestar, entonces, con cualquier cosa, lo pasaba mal, muy mal, entonces con el tiempo, si no era droga era el Lorazepam, sino lo que fuese para que me dejase sedado, para no sentir, no sentir y estar aliviado.

P.- ¿Has sido feliz alguna vez?

R.- No, no he sabido lo que es ser feliz, mi felicidad se basaba en picos de euforia, pero desde niño, esto lo recuerdo jugando a lo Playmobil en casa, tendría diez años, ya ahí, mi vida eran picos, picos y bajadas, mi primera depresión fue con ocho años, entonces mi vida siempre han sido picos, no sabía lo que era alegría, sentir alegría, era una puta locura, no he sido feliz, encima me creaba unas expectativas de vida y forjándome una vida que era ser adulto antes de mi edad y me castré, digamos, de alguna manera el disfrutar, me lo he pasado muy bien, he sido muy niño en algunas facetas pero no en otras que debía haber sido niño

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P.- ¿Cuál ha sido el día más alegre o feliz de tu vida? 

R.- El día que nació mi hermana Rocío fue un día precioso, eso lo tengo ahí guardado, fue maravilloso, además fue aquí al lado, en La Ruber, aquel día fue la leche, lo recuerdo con muchísima alegría

P.- ¿Cuánto quieres a Rocío?

R.- La quiero muchísimo, me jode la situación en la que estamos pero la quiero muchísimo

P.- ¿Qué te hace sentir eso?

R.- Me entristece mucho, ahora me he emocionado recordando el día que nació

P.- ¿Cómo fue ese día?

R.- Maravilloso, no se me olvidará nunca, lo tengo grabado a fuego, estaba en casa de mis abuelos en Pozuelo, en la habitación de la Abu, en su cama viendo la tele los dibujos, era después de comer y sabía que iban a llamar del hospital porque sabía que iba a nacer, estaba la tata o no se quien era, de eso no me acuerdo pero llegó Juan Carlos y empezó a saltar en la cama como un loco diciendo “Está Ro aquí” recuerdo que salte a su espalda, me cogio, nos fuimos al coche y nos vinimos aquí, al hospital, no lo olvidaré jamás entrando al hospital abriendo la puerta 554 y estaba mi madre y estaba la niña, la llevé mazo de cuentos, que no sabía leer pero la llevé mazo de cuentos y para mi fue ese día de alegría, pero no era alegría, era euforia. Me quedé toda la tarde pegado a ella.

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P.- ¿Qué pensabas cuando la mirabas?

R.- Pensé, por fín tengo una hermana que, espero, no sean como las otras dos. Eso pensaba cuando era niño, luego, con el tiempo, Rocío sigue siendo la pequeña, y siempre desee que ella fuese diferente a mis otras dos hermanas mayores y poder tener una hermana con la que pudiese hablar

P.- ¿Lo fué?

R.- Lo fué un tiempo, cuando era pequeña, luego empezó a cambiar, me duele pero es así

P.- ¿Qué ves cuando la miras a los ojos?

P.- Me duele, me duele mucho, la mujer que veo no me gusta, esa niña ya no está, lo disfruté mucho pero ya no está

P.- ¿Qué darías por recuperarlo?

R.- Nada, no daría nada por recuperar nada, las cosas són como són y vendrán como tengan que venir, yo lo aceptaré o me resignaré pero no voy a dar nada, antes pensaba que era así, ahora daría lo que haga falta por no perderme yo pero por los demás ya no

P.- ¿Qué significa esto que acabas de decir?

R.- Me costó mucho llegar a este punto pero con el tiempo he entendido que es aceptar, aceptar lo que venga, lo único que puedo hacer yo es cambiar mi vida y hacer todo lo que esté en mi mano para estar yo bien, por hacer y cumplir lo que yo quiero, conseguir mis objetivos, mis

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 metas, yo, los demás que cambien cuando tengan que cambiar y que sea lo que tenga que ser, habrá veces que me guste, otras que no me guste tanto y otras que no me guste nada, sea triste, alegre, jodido… y lo aceptaré y si no lo acepto me vendré aquí, lo trabajaré, pediré ayuda y lo que haga falta pero, mi vida siempre ha sido dejarme los cojones para agradar, para no perder a los demás y eso se acabó, porque lo que conseguía era perderme a mi mismo

P.- ¿Te has sentido inferior a los demás?

R.- Sí, siempre. Ahora tengo mis momentazos, cuando me entra el bajón, mi cabeza siempre está ahí, me he tirado una vida machacándome, destrozándome, odiándome, me he odiado muchísimo, no me he querido nada, desde por la mañana ya me estaba odiando, durante todo el día, ya lo tengo instaurado en mi cerebro entonces, tengo que ponerme límites todos los días porque tiendo a ello

P.- ¿Por qué te odiabas?

R.- Porque no me gustaba mi vida, no me gustaba yo, la finalidad es que no aceptas como eres, quien eres, lo que has hecho, lo que haces, lo odias todo. Como buen adicto, un extremo o el otro, lo odias todo, no te das cuenta y el problema es lo demás, el resto, el entorno, todo y en realidad es que me odiaba tanto que era incapaz de ver la realidad

P.- ¿Qué cosas has descubierto en recuperación?

R.- Joder, uffffffff

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P.- Dime dos, dos muy importantes

R.- Es que hay muchas, muchas importantes, te digo más joder. Bueno una de las cosa más importantes que aprendí aquí es el hablarte bien, ahora me hablo bien y es muy bonito lo que siento, en definitiva es valorarte, jamás me he valorado y es algo muy importante y bonito el hablarte bien, cuando llegó aquí y me empiezan a enseñar lo que es la autoestima, quererse valorarse. Bueno, nos centramos en valorarte ¿no? entonces empezamos con los talleres y demás y yo lo decía mucho, me veis valores que, que vale, los veo, que eso me costó una vida, ver los valores que tenía y no veía, claro yo decía “Soy creativo” y ya, me costó mucho verlos pero lo que más me costó fue sentirlos, no sentía nada de lo que veía, entonces para mi era un trabajo de la leche y con el tiempo, empecé a sentirlo y eso es la polla en patines, la hostia chaval, es quererse a uno mismo, entonces eso, en el día a día, poderte valorar y tener un ratito para mí, el poder ver lo que hago en el día a día es muy gratificante para uno mismo, que los demás lo vean o no me resbala, cosa que también me importaba mucho lo que dijesen los demás y eso ahora me resbala

P.- ¿Qué significa para ti que te resbale la opinión de los demás?

R.- Pues algo muy importante, muy muy importante, yo antes era muy manipulable y se han aprovechado de mi, ahora que me resbale es poder, soy uno mismo, es tranquilidad, es decir, hasta aquí, pero que no te pese, que no te genere ansiedad, miedo

P.- Dime un superpoder que te haya dado la recuperación

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R.- Dormir, ese es la leche, yo de niño dormía muy bien pero a partir de los 16 que es cuando empecé con el tóxico fumable, ya me acostumbre porque vale, dormías, consumías como un bestia, te metías en la cama y como un oso pero no descansaba, unas pesadillas horribles, las del ascensor que te caes, que me mataba un coche… Pasé quince años sin que no pasase una sola noche de un tirón y sin pesadillas, aún con medicación, siempre había una pesadilla que me enturbiaba la noche, era horrible, me levantaba con una ansiedad constante. De repente un día, aquí, con medicación por supuesto, dormí del tirón ocho horas, ocho horas seguidas descansando, eso era un milagro, a partir de ahí, me levantaba por las mañana y veía la vida de otra manera, parece una tontería, no recuerdo que terapeuta estaba que se lo decía, para otros no sé, pero para mi, lo de dormir de un tirón y sin pesadillas es increíble. Otro superpoder es averiguar qué pinto  en esta vida, me hacía tanto daño que llegué a pensar que había nacido para sufrir y que no era capaz de nada, sabía que cocinaba, nada más

P.- ¿Llegaste a pensar que era imposible dejar de consumir?

R.- Sí, en una de las recaídas vine aquí, llorando de impotencia, les pedí que me ataran, les pedí por favor que me ataran a la cama porque no podía parar de consumir

P.- ¿Qué día tocaste fondo? Mejor dicho ¿Cuándo es el fondo?

R.- El fondo, pues… vine de Barcelona que estuve mes y medio ingresado allí, escucho las cosas que dice aquí, me voy ver a Alicia, me voy al pueblo donde vivía, allí la lié parda, leo un mensaje que me manda que decía “Que sepas que tu has sido siempre el problema de todo” 

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Eso me destrozó, el problema no solo era mío, yo era parte de él porque me drogaba muchísimo y llevaba una doble vida, yo la escribí para pedirle ayuda, buscaba un acercamiento con un Hola que tal cómo estás, mi intención no era hacer daño, indirectamente estaba pidiendo ayuda, la desesperada de saber de ella, sin intención de hacer daño, no busca volver

P.- ¿La echas de menos?

R.- No, ahora no. La eché mucho de menos en su momento, para mi lo era todo, me obsesioné con ella, era ella y la droga, pensaba que era la persona con la que pasaría el resto de mi vida, íbamos a tenerlo todo, luego me di cuenta que no era así, veía lo que quería ver porque no me gustaba nada lo que había pero cuando llegué aquí la echaba mucho de menos, solo pensaba en ella y lo pasé muy mal, fatal, horrible, ya no era solo el mono, que no era un mono, era un zoológico de monos, era pensar en ella constantemente

P.- ¿Qué es lo más difícil de dejar la droga?  

R.- ¿Lo más difícil? Lo más difícil, y creo que tu lo sabes Robe, es llegar aquí y decir, “Hago lo que me digáis” Eso es lo más doloroso, y darte cuenta de una puta vez, yo tarde mucho pero me dí cuenta de que tenía que dejar de engañarme, de mentirme, mi vida era una mentira constante. Cada vez que venía aquí después de una recaída, me daban hostias pero de las de antes, como las que te daban a ti Rober, salía

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temblando, ya con el tiempo, creo que pasó un mes y todo el mundo decía “Yo reconozco que soy adicto” y había algo que no me encajaba, me limitaba mucho a escuchar y a escuchar mucho a Alberto y a escuchar a todos pensando, esto algún día me va a hacer “klac” y así fué, recuerdo que tenía trillados todos los cuadernos y era para sacar toda la mierda que tenía dentro, decía si no hablo en las terapias, voy a escribir, entonces una de las veces, con los videos que nos ponen aquí, porque a mi me jodía mucho ver como los compañeros pasaban y yo seguía en fase 0 después de seis meses y yo iba a mi pompa, no me relacionaba con nadie, odiaba a todo el mundo, me odiaba a mi mismo, como no voy a odiar a los demás, y de repente un día nos pone Alberto uno de sus vídeos y de repente Carlos P , que estaba a mi lado hace como un gesto de pfffff, y no sé, ese gesto, que es el que hace mi padre como asqueado y me dije, mira Alex, llevo aquí seis meses, Alicia ya no va a volver, eso me reventó, estás en un centro de desintoxicación Alex, me vino la frase del centro de Barcelos, tu no eres consumidor, tu eres politoxicómano, eso ahora me la pela, pero en ese momento era como, eres la escoria de la sociedad, no eres un niño bien, no, eres politoxicómano, soy alcohólico, cocainómano y no puedo hacer nada de lo que tengo pensado en mi cabeza porque me lleva a matarme, fue ahí cuando me puse a llorar en la silla, un dolor, me ardía el pecho, me vine abajo y fue como… Lo que me digan, voy a tener muchísimas ganas de irme, me va a dar eso que llaman tirón que no se que és, pero voy a hacer todo bien, porque quiero estar bien, algún día tener vida.

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P.- ¿Qué significa ahora tu enfermedad?

R.- Ahora, ahora soy un politoxicómano pero que puede vivir joder, es la libertad de que me pueden yamar Yonki y me la suda, porque he aceptado que soy Yonki

P.- ¿Es posible recuperarse sin pasar por todo lo que has dicho?

R.- No, no porque lo he intentado de otras maneras y no he podido. Y ya no yo, con los años que llevo he conocido mucha gente y no conozco a ninguno que lo haya conseguido sin hacer el tratamiento como hay que hacerlo, y lo más importante no es llegar al objetivo, o llegar a la meta y decir “Ya está” sino mantenerte, tener constancia, venir, seguir protegiéndote y usar todas las herramientas que aprendemos aquí para el resto de la vida, yo no lleva nada, ¿Cuatro años? eso no es nada, espero vivir algo más

P.- ¿Qué ha significado para tí tener que renunciar a la cocina cuando es algo que te apasiona y después de haber trabajado en cocinas con estrella Michelín, y que ha significado poder volver a cocinar después de estos años de renuncia? 

R.- Eso fue muy fuerte, cuando ya llevaba tiempo haciendo las cosas bien, pues me dije, quiero trabajar, lo típico, quiero empezar a trabajar, ahí empecé a hacer renuncias, siempre hice lo que me daba la gana y hacer renuncias pues, algunas me costaron más que otras, renuncié a amigos que bueno, pues nada, más o menos las llevaba hasta

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LA ENTREVISTA

que llegó la de la cocina, esa fué jodidisima, no lo entendía, mi cabeza no encajaba, vi con los terapeutas todas las posible opciones y todas se iban descartando hasta que me di cuenta de que la cocina era nefasta para mi, y bueno, me dije, lo acepto y me lo creí pero luego fué un calvario para mismo, encima como no me quería pues no veía un futuro, no me valoraba, si no era cocinero menos, mi personalidad estaba basada en que yo era cocinero, si me quitabas de ser cocinero, ¿que era? no era nada. Entonces hubo un gran trabajo ahí, con los terapéutas y mio de aceptación y me costó mucho porque no lo veía, me vendía la moto de que si pero no, me costó mucho, incluso no cociné aquí durante meses, llegó el momento en que lo asumí pero siempre quedaba algo, pero me di cuenta de que era nefasto para mi. ¿Donde consumía esnifable? En la cocina ¿Donde consumía estrés? En la cocina ¿Dónde consumía adrenalina? En la cocina, pero no lo veía, ahora trabajo en el restaurante pero trabajo de distinta manera, lo gestiono de diferente manera, que mola que flipas

P.- ¿Qué significa para tí poder demostrarte que puedes dedicarte a lo que te gusta sin poner en riesgo tu vida?

R.- Creo que todavía no soy consciente de ello, no me he parado a pensarlo todavía pero es una satisfacción muy grande, alegría, es calma, es una alegría sana, no como era antes que pasaba a la euforia, ahora me siento en casa, mi casa no me agobia, me siento y pienso, me lo pago yo, nadie me da nada aquí estoy. Calma, no me mato a trabajar, no voy con el miedo de que me van a echar por no hacer, gestiono mi estrés, resumiendo, es calma. Después de una vida de miedo, terror, pánico… Calma

Gracias Alex por la entrevista, me ha encantado.

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Crema fría de Zanahoria, Pimiento rojo, Ajo, Yogur Griego y Tomillo

INGREDIENTES

500 gr. Zanahorias (8 Unidades)

500 gr. Pimiento Rojo (Grande)

2 Cabezas de Ajo

2 Yogures Griegos

1 Ramillete de Tomillo Fresco

Aceite de Oliva Virgen Extra

Sal Gorda

Pimienta Blanca

ELABORACIÓN

Calentamos el horno a 200 Cº . En una bandeja con papel de horno, ponemos todas las verduras limpias. 

Pelamos las zanahorias, los pimientos enteros y a la cabeza de ajo le haremos un corte por la parte alta, añadimos un chorrito de aceite de oliva virgen extra y sal gorda.

Asamos a 180 Cº 30 minutos o hasta que estén tostadas por fuera.

En un vaso largo y con la ayuda de una batidora o thermomix, trituramos y batimos todos los ingredientes hasta obtener una mezcla homogénea y cremosa. 

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GASTRONOMÍA

Si queda muy espeso, puedes añadir leche hasta que quede a tu gusto. 

Deja enfriar en la nevera un mínimo de seis horas, lo recomendable sería dejarlo enfriar toda la noche. 

A la hora de servir, corta unos daditos de queso fresco y los añades por encima de la crema. 

¡A DISFRUTAR! Una receta fresca, sana y veraniega para toda la familia. 

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Cada día somos más

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Tarta de Chocolate y Frambuesa

Ingredientes

- 200 g de galletas tipo digestive

- 100 g de mantequilla derretida

- 200 g de chocolate negro (70% cacao), troceado

- 200 ml de nata para montar

- 2 cucharadas de azúcar

- 1 cucharadita de extracto de vainilla

- Frambuesas frescas para decorar

Elaboración

1. Tritura las galletas en un procesador de alimentos hasta obtener migas finas. Mezcla las migas con la mantequilla derretida y presiona la mezcla en el fondo de un molde desmontable para tartas, formando la base. Refrigera durante 15-20 minutos para que se endurezca.

2. En un cazo, calienta la nata hasta que esté a punto de hervir. Retira del fuego y vierte sobre el chocolate troceado. Deja reposar durante un minuto y luego mezcla hasta obtener una ganache suave. Añade el azúcar y el extracto de vainilla, y mezcla bien.

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EL RINCÓN DEL GOLOSO

3. Verter la ganache de chocolate sobre la base de galleta en el molde. Extiendela de manera uniforme y luego refrigera durante al menos 2 horas, o hasta que esté completamente firme.

4. Una vez que la tarta esté lista, decórala con frambuesas frescas por encima. Puedes colocarlas en un patrón o esparcirlas al azar.

5. ¡Listo! Tu tarta de Chocolate y Frambuesa está lista para ser disfrutada. Corta porciones y sirve para un delicioso postre.

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Personajes de Adicción

La cara oculta de la Droga

James Hetfield

Fundador y líder de la banda METALLICA

“Sólo sobre el escenario consigo pasar de ser un trozo de mierda a ser el rey de la mierda”

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James Hetfield nació el 3 de agosto de 1963 en Downey, California, en el seno de una familia fanática de una secta, su padre, Virgil, era camionero y su madre, Cynthia, cantante de ópera (lógico que el hijo les saliera músico heavy metal). A los 16 años, James ya conocía la desolación. Virgil los había abandonado cuando él tenía 13, sin dejar siquiera una nota. Cynthia, que sostuvo la mentira de que su marido estaba de viaje, murió tres años después por un cáncer que se negó a tratar. La Ciencia Cristiana, pseudo religión fundada por Mary Baker Edy en el siglo XIX, se lo impedía. “Dios arreglará cualquier cosa que te enferme”, aseguraba Cynthia, hasta que comprobó que no.Ya adulto, convertido en estrella, su hijo explicó: “La Ciencia Cristiana es una religión en la que básicamente no creés en los médicos, Pudimos ver cómo se marchitaba mi madre mientras ella no estaba interesada en saber lo que tenía. Fue muy duro”. La música iba a redimirlo como cantante, guitarrista y compositor, pero no del todo. “Soy malvado, soy odioso, no me gusta la gente. Sólo sobre el escenario consigo pasar de ser un trozo de mierda a ser el rey de la mierda.

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PERSONAJES DE ADICCIÓN

Mis problemas son una fuente de energía de la que me alimento, porque da para grandes canciones. El precio es alto”. Una de esas canciones fue, por ejemplo, The God That Failed (El dios que falló). “El título es un poco duro para la gente que cree que Metallica ataca a la religión. Pero nació de mis creencias y de mi infancia y no pueden negármelo. La música es una terapia para mí”, explicó Hetfield.El ciego fanatismo de sus padres lo condenó a padecimientos anímicos y físicos. James sufría de migrañas que le taladraban la cabeza, pero los analgésicos más comunes le estaban vedados. La escuela también era un tormento. “Durante ciertas materias tenía que abandonar las clases. Se suponía que yo no podía aprender sobre el cuerpo humano porque ya tenía un escudo para el alma y no necesitaba aprender todo eso porque nunca iría al médico. Mis compañeros me preguntaban por qué tenía que dejar el aula y yo tenía que explicarles en qué consistía mi religión. Cuando estás en la escuela querés estar con amigos y hacer cosas con ellos. En mi caso, me hacían sentir que no era de este mundo”.

Aprendió a tocar una guitarra -una SG Gibson usada que compró en un venta de garaje, con la ayuda de su madre- fue el único paliativo. El 12 de julio de 1978 vio en vivo a AC/DC con Aerosmith y supo que ese sería su destino. “Para mí, todo el mundo era enemigo, pero la música nunca me mentiría ni me abandonaría”. Ya huérfano -o mitad huérfano, mitad abandonado- se mudó con un medio hermano paterno a La Brea, Los Ángeles, y formó parte de bandas alternativas como Obsessions, Syrinx, Phantom Lord y Leather Charm. “Era una forma de alejarme de mi jodida familia y de mi jodido pasado”

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PERSONAJES DE ADICCIÓN

Trabajó como portero de un colegio y como empleado de una fábrica de calcomanías, donde imaginaba canciones durante la hora libre para el almuerzo; tarareaba riffs que registraba en un grabador. 

Un compañero de trabajo le aconsejó que se abriera camino en la fábrica, pero James sólo tenía el plan de ser músico. En 1981 empezó a acercarse a su objetivo, un objetivo que iba a superar largamente: fundó Metallica junto con el baterista Lars Ulrich. Luego se sumaron el guitarrista Dave Mustaine y el bajista Ron McGovney, que serían sustituidos más adelante -a causa del alcoholismo desbocado y las actitudes violentas- por Kirk Hammett y Cliff Burton. Burton iba a morir en 1986, a los 24 años, durante una gira por Suecia, aplastado por el micro de Metallica. Otro momento perturbador en la vida de Hetfield, fue el que encontró el cadáver. Pero antes, a comienzos de los 80, en especial durante la grabación de sus tres primeros discos, la banda fue consolidándose en el subgénero thrash. “Cuando sos joven sólo querés que te escuchen, y se nos ocurrió que si tocábamos más fuerte, más alto que todos los demás, nos escucharán”, dijo Hetfield. Fuera de lo musical, la revista Newsweek los describió como “feos, malolientes y desagradables”, lo que bastó para que se ganaran las devoción de amplios sectores juveniles, los mismos que admiran a Charles Bukoswki sin haberlo leído. Como fuera, y más allá de los juicios de valor, Metallica iba en camino a convertirse en una de las bandas de hard rock más importantes de la historia. A James le había quedado, al menos, un legado paterno: el alcoholismo. El resto de la banda estaba, en este rubro, a su nivel. En 1985, durante la gira de promoción del disco Ride The Lightning, Metallica comenzó a ser 

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PERSONAJES DE ADICCIÓN 

llamada “Alcohólica” (Alcoholic), apodo del que sus miembros se apropiaron con orgullo, al punto de que se imprimieron remeras con esa palabra. 

Jon Zazula, dueño de Megaforce Records, recordó que tras la firma del primer contrato los miembros de Metallica metieron sus pertenencias en un camión de mudanzas y viajaron desde California hasta Nueva Jersey. Como no tenían dónde dormir, el productor les ofreció alojarlos en la casa. Un error que casi le cuesta el matrimonio. De entrada, los músicos le vaciaron el minibar bebiendo todas las botellas. Luego, le vomitaron por toda la casa. Marsha, esposa de Zazula, le dio el ultimátum: o ellos o yo.

En los hoteles se comportaban distinto. Peor. Hetfield narró un episodio compartido con Joey Vera, bajista de Armored Saint. “Estábamos bebiendo mucho y tirando botellas por la ventana de la habitación. Hacían un ruido divertido al estallar contra el suelo. Cuando me aburrí, tiré la campera de cuero de Joey, que cayó en una pileta. Fuimos a buscarla; al volver, nos quedamos atrapados en el ascensor durante media hora. Al salir, en el décimo piso, yo estaba con tanta bronca que agarré un extintor y empecé a rociar a todos lo que pasaban”. Los que recibieron los chorros de bicarbonato de sodio y ácido sulfúrico la sacaron barata. Los músicos de Metallica estaban más acostumbrados a demoler hoteles, camerinos y camionetas -en las que se trasladaban- a batazos, palazos o lo que tuvieran a mano. A veces ni distinguían quién era quién. “Una vez vimos unas putas, pero cuando nos acercamos nos dimos cuenta de que era Mötley Crüe”, recordó Hetfield.

El delirium tremens les salía caro. “Destrozábamos camerinos porque era lo que se esperaba de nosotros. Luego te llegaba la factura. Cuando terminamos la gira, teníamos que pagar lo roto y no teníamos plata. Una vez, nos empeñamos en meter la comida de un

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PERSONAJES DE ADICCIÓN

catering por la ventilación de nuestro trailer y, como no cabía, decidimos hacer boquetes y terminamos destruyendo todo. El promotor nos dijo que había tenido problemas similares con Sid Vicious y Keith Moon y yo pensé: qué cool. Pero luego recordé que ambos estaban muertos, así que quizás el asunto no era tan cool. Estaba claro que tenía que solucionar mis mierdas”. En 1986, con la muerte de Burton tras un vuelco del micro de Metallica, Hetfield reemplazó el duelo por la fórmula conocida: “Bebí, bebí y bebí hasta que el dolor se fue". Era muy hermético, no confiaba en nadie. Intentaba llenar un hueco y no hacía más que profundizarlo. Alguna vez, por error, subió al escenario sobrio y sintió algo “horrible”: que tocaba y cantaba mejor.

El 8 de agosto de 1992 estuvo a punto de morir a lo bonzo. Durante un show que daban en el Estadio Olímpico de Montreal, Canadá, con Guns N’ Roses, un lengüetazo de fuego -parte de la pirotecnia escenográfica- le quemó parte del cuerpo. “Fue durante la canción Fade To Black. Yo estaba tocando la guitarra y unas llamas de colores comenzaron a salir del piso. Estaba un poco confundido y no sabía para dónde ir. Caminé hacia adelante y hacia atrás. El encargado de ese efecto especial, no vio dónde estaba y soltó una enorme llama justo debajo de mi pies. Cerré los ojos y me di vuelta. Me había quemado todo el brazo izquierdo, la mano hasta el hueso, parte de mi cara y de mi espalda. Nunca había sentido un dolor así en mi vida”. Lo llevaron de urgencia a un hospital, en donde lo atendieron por quemaduras de segundo y tercer grado; mientras, los fanáticos comenzaron a destruir el estadio y las zonas aledañas: quemaron autos y saquearon negocios.

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Una vez recuperado, Hetfield se tatuó cuatro cartas de póker -un as de pica, un nueve de diamantes, un seis de corazones y un tres de trébol- con llamaradas sobre los bordes superiores. Los naipes evocaban el año de nacimiento, 1963; el fuego, el modo en que pensó que iba a morir. Debajo, en cursiva, se tatuó la inscripción “Carpe Diem”, frase latina que aconseja vivir y disfrutar el presente. 

Lo logró durante una etapa: cuando se puso de novio con la vestuarista de la banda, la argentina Francesca Tomasi, una mujer que lo ayudó a luchar contra sus adicciones le transmitió otra, benigna, la de tomar mate. En los shows era común que el músico hiciera chirriar su bombilla con las mejillas chupadas, disfrutando de la yerba argentina.

En 1997 se casaron. En los años siguientes, tuvieron tres hijos: Cali Tee (1998), Castor Virgil (2000) y Marcella (2002). Hetfield sintió que tenía nuevas responsabilidades y motivos de orgullo. “Mi bebé me trae cervezas y sólo tiene cuatro años. Soy un papá orgulloso”, declaró, mientras se le caía la baba. En 2001 viajó a cazar osos a Siberia -la caza junto con la mecánica automotriz son sus hobbies-, justo cuando Castor cumplía años. Cuando James volvió, Francesca lo echó de la casa. Él, entonces, empezó a tomar conciencia. En una entrevista con la revista Playboy, dijo: “Tengo muchos días perdidos. Empecé terapia y descubrí mucha oscuridad dentro de mí. Me tomé más de un año sin beber: el cielo seguía ahí, pero la vida era menos divertida. Entendí que beber es parte de mí. Pero sé hasta dónde llegar; además no puedo estar con resaca frente a mis hijos; que me digan: ‘Papá, andate a la mierda, levántate del sofá’. Bueno, ellos todavía no saben decir eso. Hoy diría que no soy alcohólico pero, ya sabés, todos los alcohólicos dicen que no son alcohólicos”

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James Hetfield junto a sus tres hijos y su entonces mujer de nacionalidad argentina, Francesca Tomasi.

En 2019, antes de la reclusión pandémica colectiva, Hetfield se recluyó en un centro para adictos. 

En 2020 se divorció de Francesca. Ahora, a los 60, intenta volver con todo lo que le queda, a él y a Metallica. “A medida que envejecemos, nos encantaría seguir tocando en todos los lugares en los que hemos estado antes, pero es casi imposible mantener el ritmo que tuvimos, digamos, en los años 90. Salíamos durante meses y llevábamos un vida a puro vértigo. Somos muy autocríticos y duros con nosotros mismos y tenemos estándares muy altos, así que nos encargamos de todos los aspectos para llevar el mejor espectáculo visual y sonoramente a la gente que disfruta de nuestra música y continúa viniendo a vernos en vivo”, dijo.

La banda -una de las cuatro más grandes de thrash metal, junto con Megadeth, Slayer y Anthrax- lleva editados once discos de estudio y nueve Grammys ganados, entre muchos otros premios. El último álbum, 72 Seasons fue lanzado el 14 de abril de 2023. La máquina metálica sigue sonando, mientras su frontman sigue luchando contra sus demonios, contra sí mismo.

Fuentes;       amc

    

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Ésta foto es la red invisible que me hizo.....pero perfecta , pasaban miles de personas por ahí y nadie se dió cuenta

(Anónimo)

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